SIN
MANCHAS DE SOL
“El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene
manchas.
Los desagradecidos no hablan más que de las manchas.
Los agradecidos hablan de la luz”
José Martí
8
grandes logros culturales
En esta revolución
abunda la luz. Uno de los avances más contundentes en estos 13 años se
encuentra en el campo de la cultura, sin embargo, es de los más complejos para
poner en evidencia y demostrar que, más allá de los indicadores cuantitativos,
el salto cualitativo viene concretándose. No solo en Venezuela, sino en el
mundo entero, la “medición” del impacto
de las políticas públicas culturales sigue siendo un quebradero de cabeza, más
aún para nosotros que nos hemos impuesto retos profundos en esta materia.
En los días que corren
pudimos formar parte de eventos que, sin duda, han contribuido a sistematizar
logros a partir de la voz de los mismos creadores y creadoras, uno de ellos la
instalación del Foro Patriótico de Intelectuales, Artistas, Creadores y
Cultores y, el otro, el Encuentro
Nacional de Gabinetes de Cultura del Gobierno Bolivariano. Dos instancias de
protagonismo popular, la primera desde la voz del pueblo creador y la segunda
desde ese mismo pueblo en ejercicio del servicio público cultural. En ambos emergieron
con consistencia ejercicios de síntesis en torno a los logros culturales y el
planteamiento de importantes retos de cara al período que iniciaremos el
venidero 7 de octubre.
Desde el ente rector de
la política pública cultural se han definido 8 grandes logros como resultado de
un esfuerzo colectivo indetenible. El primero de esos logros tiene que ver con
la recuperación de la identidad nacional y el sentimiento patrio, expresado en
el reencuentro, recuperación y reconocimiento de nuestra memoria histórica. Si
comparamos el estado actual del imaginario y conciencia colectivos con el de
hace 13 años, estaremos ante un pueblo que había sido sometido a la desmemoria,
abrumado con una falsa idea de progreso que imponía referentes cuyo único
propósito era alejarnos del pasado heroico del que somos dignos herederos y
herederas, ajenos al pueblo que parió al único ejército libertador que ha
existido en la humanidad, de modo tal que nuestros próceres y forjadores de la Independencia
no significaran nada, en una visión fragmentada de la realidad negando el
continuo histórico del que formamos parte. Estábamos sumidos en la
historiografía oficial, con un sistema educativo negado a formar republicanos,
llenos de símbolos patrios estáticos al punto de sentirnos casi ajenos a ellos,
atrapados en las aspiraciones de un “desarrollo” ideado desde el norte que
rinde culto, precisamente, a esa idea de “no mirar atrás”, para así ser presa
fácil de la dominación.
Así crecimos, con un
Bolívar distante preso en su mausoleo, crecimos recitando de memoria los
colores de la Bandera, haciendo los mismos dibujos cada año en las fechas
patrias, aprendiendo una historia que, antes de condenar el mayor genocidio de
todos los tiempos, nos enseñaba el “encuentro de dos mundos” ocultando la
gloriosa resistencia de nuestros padres indígenas originarios y su
sobrevivencia estoica hasta nuestros días. A este pueblo lo sometieron hasta el
punto de ser referente mundial de cosas banales, el clímax llegó cuando el más bochornoso
Presidente que tuvo país alguno, se atrevió a usar como lema de campaña: “Lusinchi,
es como tú”. Décadas de una insistente y no fallida estrategia de sumirnos en
una suerte de orfandad histórica en la que era “cool” no tener pasado, ni
presente, ni futuro, puesto que la máxima realización del ser humano era,
simplemente, consumir.
¿Alguien podría negar
que hoy existe un pueblo resurgido de las cenizas?. Este pueblo canta el Himno
de la República Bolivariana de Venezuela, conoce el compromiso de ser hijos de
Bolívar, Zamora, Sucre, Miranda, Ribas, José Leonardo y todos nuestros héroes,
sabe que la lucha por la Independencia continúa, se plantea objetivos
históricos, asume perfectamente que los ojos del mundo están sobre nosotros
porque hemos abierto el camino a la esperanza de los siempre explotados, luchamos
porque nuestros niños tengan nuevos referentes, librando día a día la batalla
para que Bolívar sea más héroe verdadero que la ficción televisiva que aún la
industria del espectáculo mercantilizado inocula a través de la televisión y el
cine.
Solo quien se detenga a
mirar nada más que las manchas del sol puede hoy negar que la revolución
recuperó el honor, la dignidad, la identidad nacional de nuestro pueblo y su
conciencia de heredero de un pasado glorioso que hace de esta tierra, y así lo
sentimos, un escenario con cabida solo para la libertad y la grandeza de los
pueblos. Este es el primer gran logro cultural y representa un salto
cualitativo de transformación de la cultura de todo un pueblo, para superar con
ello una primera etapa que nos conduzca
luego a tener la conciencia como sujeto histórico de la revolución de la Patria
Grande.
Adénago…
No
podemos dejar de lamentar la pérdida de nuestro compatriota creador y compañero
de trabajo Adénago Castillo, de esos hombres que sabían ver la luz por encima
de toda mancha. Esta revolución le regaló la oportunidad de ser dignificado
como artista y recibir el título de Educador mención Desarrollo Cultural a
través de la Misión Cultura. Los creadores nunca mueren, viven eternamente a
través de su obra. Hasta siempre Cheo.
Ma. Teresa Espinoza O.
@mariateresae
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